Bea y Pablo

Doce horas con una cámara entre las manos, cien correos, skypes, reuniones y también un puñado de llamadas telefónicas son motivo más que suficiente para que los clientes sean menos clientes y más amigos, o si se prefiere, clientes y amigos. Y debo decir que cruzarnos con Bea y Pablo por el camino ha sido un gran regalo del que no sé si soy merecedor. Los aires porteños y las truchas patagónicas me tentaron, pero la vida es muy generosa conmigo y quiso que el 18 de abril de 2015 estuviéramos donde teníamos que estar. Pocas veces la vida me niega …