Algunas bodas, como los buenos vinos, envejecen bien y logran que nuestros bonitos recuerdos permanezcan intactos a pesar del tiempo transcurrido. Irene es donostiarra e Iñaki vizcaíno y a ellos les debemos haber disfrutado de la Reserva de Urdaibai, en esos días en los que la primavera anuncia su fin para dejar paso al verano. Cuentan los lugareños que allí rompe una preciosa ola de clase mundial que nos tienta cada año. Nosotros, sin embargo, disfrutamos de un Mar Cantábrico disfrazado con aires mediterráneos.
El viernes por la noche, a nuestra llegada, nos esperaba Iñaki junto a sus invitados en Atxarre y nunca tendremos claro si son mejores sus vistas o sus pintxos. Habrá que volver para salir de dudas claro. Y tan a gusto y relajados estábamos, que cuando pusimos rumbo al hotel más tarde de lo que esperábamos, parecía cerrado a cal y canto, así que nos vimos muy a mi pesar haciendo noche en el coche. Falsa alarma. Menos mal. De buena nos libramos.
Somos fotógrafos de boda y uno de los principales alicientes de nuestro trabajo es conocer a muchas personas en cada temporada. Y entre todas esas personas, hay algunas que te dejan huella y la verdad no siempre es fácil explicar el motivo. Quizá nuestra mirada percibe algunas sensaciones que con palabras no sé expresar. Iñaki es un gran tipo de mirada tierna y ojos expresivos. Irene es una gran tipa de elegante belleza y trato tranquilo. Y juntos son sin lugar a dudas una gran pareja.
El domingo, antes de volver a casa, disfrutamos de un baño de esos que anuncia la llegada del verano en la playa de Laga. Benditas tradiciones de Retrato de un Instante…y que vengan muchos más.
Irene, Iñaki, miles de gracias por vuestro cariño y hospitalidad. Somos unos tipos con suerte.
Créditos: vestido de la novia y su hermana Isabel Zapardiez , flores de Floristería Villaflores, maquillaje y peluquería Marcial Muñoz de Noventa Grados, lugar de celebración el Castillo de Arteaga.